
Con su astucia eterna
- el tiempo –
me lava las heridas y pule los rencores.
Sabe de silencios, y ocultas pasiones
pero nos arrastra, sin discriminar
por sus misteriosos y vagos rincones...
Verdugo ineludible de futuros posibles,
arquitecto de proyectos,
cercanos e inasibles.
Su faz inalcanzable es crisálida de sueños.
Y en su tránsito eterno...
trasciende mis desvelos.
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